El pensamiento libre en Colombia, aquel no comprometido con la institucionalidad o con las prácticas comúnmente aceptadas por los círculos de poder, resulta costoso para quienes lo ejercen y lo expresan de manera pública, en los ámbitos políticos o sociales, pero también en los académicos.
Pensar diferente puede traer como consecuencia la persecución. Los casos se repiten contra investigadores, gestores culturales, líderes y otros intelectuales. Muchos figuran en las listas de asesinados en la historia reciente del país. Pero existen más mecanismos, y otros son fustigados y acosados, o anulados.
Durante muchos años, el Estado colombiano ha traslucido una política de persecución contra muchos intelectuales, que son envueltos en montajes judiciales complejos, o acusados de "rebelión" o "terrorismo", y que luego de varios años recuperan la libertad por falta de pruebas, pero no se libran del estigma social.
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Pensar diferente puede traer como consecuencia la persecución. Los casos se repiten contra investigadores, gestores culturales, líderes y otros intelectuales. Muchos figuran en las listas de asesinados en la historia reciente del país. Pero existen más mecanismos, y otros son fustigados y acosados, o anulados.
Durante muchos años, el Estado colombiano ha traslucido una política de persecución contra muchos intelectuales, que son envueltos en montajes judiciales complejos, o acusados de "rebelión" o "terrorismo", y que luego de varios años recuperan la libertad por falta de pruebas, pero no se libran del estigma social.
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