Un día como hoy, 9 de abril, hace ya 67 años fue asesinado el líder popular Jorge Eliecer Gaitán, hecho que desató un conflicto que hoy persiste y que tiene sus raíces en la exclusión social y política, la concentración de los ingresos, de la tierra y la riqueza, y que nos convierte en una de las sociedades más inequitativas del mundo.
En la Colombia de hoy vivimos unas condiciones que amenazan profundizar el conflicto; un capitalismo cada vez más voraz, con una política neoliberal que ha diezmado nuestros derechos sociales; que practica un extractivismo que nos despoja de los territorios, hurta nuestras riquezas naturales y minerales, y hace un daño irreparable a nuestro medio ambiente; que pretende controlarnos el agua, las semillas, los alimentos y las fuentes de energía; todo ello para aumentar el lucro de las multinacionales que pisotean nuestra soberanía.
Las colombianas y los colombianos somos conscientes del momento político que vive el país, de la necesidad de la solución política y dialogada entre las Insurgencias y el Estado como paso fundamental hacia la paz. Porque la paz que buscamos reclama cambios y transformaciones que permitan superar las razones que originaron este conflicto armado. Conmemoramos y recordamos a todas las víctimas del conflicto, a todos los amigos y amigas, compañeras y compañeros, que hoy no nos acompañan física pero sí espiritualmente.
Nuestra paz no es el simple silencio de las armas. Nuestra paz es empleo con estabilidad y salarios dignos. Nuestra paz es salud y educación de calidad para todos; tierra y subsidios para los campesinos; vivienda digna, soberanía alimentaria, suelo, agua y aire limpio para todos los colombianos y Colombianas. Es el fin de la violencia contra las mujeres. Nuestra paz es acceso a los servicios públicos domiciliarios. Nuestra paz es cumplimiento de los acuerdos con las comunidades indígenas, afro descendientes y campesinas por parte del gobierno; es respeto por la diferencia cultural, sexual, política y religiosa.
Paz es el desmonte de la estrategia del paramilitarismo de Estado. Es reparación a las víctimas del conflicto con garantías de verdad, justicia y no repetición. Es progreso con dignidad y equidad. Nuestra paz es el fin de las hostilidades y acciones de guerra en contra del movimiento social. Nuestra paz exige la libertad inmediata de los presos políticos. La paz que los colombianos queremos requiere de la renegociación de los tratados de libre comercio. La paz por la que hoy nos movilizamos con alegría y decisión, es una paz con justicia social y ambiental, una paz democrática. Hoy alzamos nuestra voz para decir que queremos una Colombia en paz para brindar apoyo rotundo a la salida dialogada del conflicto y exigir un cese bilateral del fuego. Valoramos los avances del diálogo entre las FARC y el Gobierno y reclamamos que se instalen las mesas de diálogo con el ELN y el EPL.
El irrespeto por la vida y los derechos humanos, la persecución política y el trato de guerra a la protesta social, la privatización de lo público, la continuidad del modelo neoliberal implícito en el proyecto de Plan Nacional de Desarrollo entre muchas otras, no son muestras de una voluntad real de paz.
Sólo avanzaremos decididamente hacia la paz si se construyen los cambios que generen bienestar social en el campo y las ciudades, si se hace real la participación política del grueso del pueblo colombiano.
Compañeras y compañeros: no podemos mirar apacibles el paso de la historia. Es tiempo de alzar la mirada, vencer los miedos, las diferencias y caminar unidos, decididos a cambiar el rumbo de Colombia. Por ello hacemos parte del movimiento mundial que rechaza la injerencia y las agresiones del gobierno de EE.UU. a nuestros pueblos y exigimos respeto a su libre autodeterminación.
Hoy resurge la unidad en el movimiento social y popular. Prueba de ello es la Cumbre Agraria Campesina, Étnica y Popular, el Frente Amplio por la Paz y demás escenarios que nos permiten seguir superando el miedo y fortaleciendo la esperanza, como el que hoy nos une. La paz integral solo será fruto de nuestras luchas.
En la Colombia de hoy vivimos unas condiciones que amenazan profundizar el conflicto; un capitalismo cada vez más voraz, con una política neoliberal que ha diezmado nuestros derechos sociales; que practica un extractivismo que nos despoja de los territorios, hurta nuestras riquezas naturales y minerales, y hace un daño irreparable a nuestro medio ambiente; que pretende controlarnos el agua, las semillas, los alimentos y las fuentes de energía; todo ello para aumentar el lucro de las multinacionales que pisotean nuestra soberanía.
Las colombianas y los colombianos somos conscientes del momento político que vive el país, de la necesidad de la solución política y dialogada entre las Insurgencias y el Estado como paso fundamental hacia la paz. Porque la paz que buscamos reclama cambios y transformaciones que permitan superar las razones que originaron este conflicto armado. Conmemoramos y recordamos a todas las víctimas del conflicto, a todos los amigos y amigas, compañeras y compañeros, que hoy no nos acompañan física pero sí espiritualmente.
Nuestra paz no es el simple silencio de las armas. Nuestra paz es empleo con estabilidad y salarios dignos. Nuestra paz es salud y educación de calidad para todos; tierra y subsidios para los campesinos; vivienda digna, soberanía alimentaria, suelo, agua y aire limpio para todos los colombianos y Colombianas. Es el fin de la violencia contra las mujeres. Nuestra paz es acceso a los servicios públicos domiciliarios. Nuestra paz es cumplimiento de los acuerdos con las comunidades indígenas, afro descendientes y campesinas por parte del gobierno; es respeto por la diferencia cultural, sexual, política y religiosa.
Paz es el desmonte de la estrategia del paramilitarismo de Estado. Es reparación a las víctimas del conflicto con garantías de verdad, justicia y no repetición. Es progreso con dignidad y equidad. Nuestra paz es el fin de las hostilidades y acciones de guerra en contra del movimiento social. Nuestra paz exige la libertad inmediata de los presos políticos. La paz que los colombianos queremos requiere de la renegociación de los tratados de libre comercio. La paz por la que hoy nos movilizamos con alegría y decisión, es una paz con justicia social y ambiental, una paz democrática. Hoy alzamos nuestra voz para decir que queremos una Colombia en paz para brindar apoyo rotundo a la salida dialogada del conflicto y exigir un cese bilateral del fuego. Valoramos los avances del diálogo entre las FARC y el Gobierno y reclamamos que se instalen las mesas de diálogo con el ELN y el EPL.
El irrespeto por la vida y los derechos humanos, la persecución política y el trato de guerra a la protesta social, la privatización de lo público, la continuidad del modelo neoliberal implícito en el proyecto de Plan Nacional de Desarrollo entre muchas otras, no son muestras de una voluntad real de paz.
Sólo avanzaremos decididamente hacia la paz si se construyen los cambios que generen bienestar social en el campo y las ciudades, si se hace real la participación política del grueso del pueblo colombiano.
Compañeras y compañeros: no podemos mirar apacibles el paso de la historia. Es tiempo de alzar la mirada, vencer los miedos, las diferencias y caminar unidos, decididos a cambiar el rumbo de Colombia. Por ello hacemos parte del movimiento mundial que rechaza la injerencia y las agresiones del gobierno de EE.UU. a nuestros pueblos y exigimos respeto a su libre autodeterminación.
Hoy resurge la unidad en el movimiento social y popular. Prueba de ello es la Cumbre Agraria Campesina, Étnica y Popular, el Frente Amplio por la Paz y demás escenarios que nos permiten seguir superando el miedo y fortaleciendo la esperanza, como el que hoy nos une. La paz integral solo será fruto de nuestras luchas.
¡Somos pueblo colombiano unido y movilizado, ¡somos constructores de un futuro en paz!
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