En algunas publicaciones especializadas[1] se rastrea el accionar del grupo paramilitar, las Águilas negras en todo el país desde el año 2010 al 2017 para determinar patrones y énfasis criminales de esa estructura armada ilegal; concluyendo que es una marca para administrar el terror en contra de los liderazgos sociales y de izquierda en distintas regiones del país.
Pero más allá de afirmar que es una marca o marbete de accionar e intimidación contrainsurgente, lo que se observa en la dinámica de sus acciones, es la persistencia del método paramilitar clásico, diseñado en las academias de inteligencia de las fuerzas armadas, decir cuando se analiza las dinámicas de este grupo y sus apariciones en varias partes del país, se encuentran algunos patrones que indican diferencias en su accionar, en relación con las estructuras sucesoras del paramilitarismo, que heredaron las practicas criminales de las Autodefensas Unidas de Colombia después del año 2006.
Veamos cual es el método paramilitar de las Águilas Negras:
1. Intimidan a los líderes y lideresas más importantes de los territorios en los que las organizaciones sociales han construido redes comunitarias, políticas y de apoyo al proceso de paz, buscando generar pánico generalizado y sensación de inseguridad.
2. El lenguaje utilizado en sus panfletos amenazantes es altamente ideologizado en las matrices contrainsurgentes y anticomunistas, propio de manuales clásicos utilizados en las escuelas de formación militar del ejército Colombiano. Así como de otras agencias de seguridad; sigue una tradición lingüística de grupos como el B2, GOES (grupo anti extorsión y secuestro) el GAULA militar y la SIJIN.
3. En el último año, sus ataques van dirigidos contra el acuerdo de paz con las FARC-EP, especialmente en las regiones donde la insurgencia ha tenido presencia y se ha producido su salida hacia las zonas transitorias veredales de normalización, intimidando y atacando a las bases sociales, advirtiéndoles que todo aquel promotor de la paz, que promueva la participación política de las comunidades y la transición a la vida civil de la insurgencia de las FARC-EP, o que defienda la negociación con el ELN, será considerado guerrillero camuflado por lo que deberá abandonar la región o ser asesinado. En departamentos como Valle del Cauca, Cauca y Nariño, son constantes y reiterativas este tipo de amenazas.
4. De acuerdo con los informes de los pobladores de regiones como Catatumbo, Putumayo y Cauca, cuando las Águilas Negras, hacen presencia en la zona, lo hacen mediante operativos relámpago, retenes, presencia armada en caseríos, siempre llegan con los rostros cubiertos, para evitar ser reconocidos, usan prendas de uso privativo de las fuerzas armadas, llevan armas largas y demuestran formación militar adquirida en entrenamiento especializado. No son de la región y tan rápido como llegan, desaparecen.
5. En el último periodo, no se conocen disputas territoriales con otros grupos paramilitares, por el control de negocios ilegales, como rutas de narcotráfico, cultivos ilícitos, procesamiento de alcaloides, minería ilegal o servicios de seguridad a la gran minería u otras rentas que permitan determinar sus intereses locales, asociados a la economía ilegal, característica de los nuevos grupos sucesores del paramilitarismo que priorizan en su agenda criminal, el control de las rentas legales e ilegales que produce el territorio.
6. De acuerdo con el mapa de seguimiento a la presencia de las Águilas Negras, se establece que su accionar se produce en un territorio muy extenso de la geografía nacional (33 municipios del país y en 13 departamento) lo que requiere un gran número de hombres, capacidad de fuego y logística económica para consolidar sus estrategias, pero nuevamente los patrones no coinciden, pues en las estructuras sucesoras del paramilitarismo, como las Autodefensas Gaitanistas, los rastrojos, la empresa, entre otros; se produce una división social del trabajo, por lo que un sector de mandos realiza operaciones militares de terror, mientras otros consolidan un plan de obtención de ganancias producto de extorsiones, hurtos, venta de seguridad privada, explotación y protección a la gran minería y a la minería criminal, microtrafico y narcotráfico y en fin toda la cadena de economías ilegales en la zona, que les permita consolidar su presencia e incrementar su estructura en número de hombres y poder local. Es decir hasta la fecha no se ha podido determinar la existencia de un campamento o un área de territorio en donde tengan asiento preferente las estructuras de las Águilas Negras, tanto en áreas urbanas como rurales, no se conoce quienes son sus comandantes, ni cuál es su base social de informantes o puntos que los apoyen.
7. Las águilas negras por lo tanto actúan más como una especie de comando elite clandestino de una fuerza regular, en este caso el ejército Colombiano, que como un grupo paramilitar sucesor. Esto coincide con una problemática que se viene denunciando desde las organizaciones defensoras de Derechos Humanos; que al interior del ejército, en especial en los mandos medios de esa institución castrense, continúan presentándose vínculos entre oficiales del ejército y miembros de bandas de extrema derecha que se oponen a la restitución y devolución de las tierras despojadas a las víctimas, a la vez defienden el estatu quo terrateniente y hacendatario y los interés del gran capital de la mafia.
8. Esta red clandestina de “patriotas anticomunistas” al interior de las fuerzas militares, es dogmática en sus posiciones y en su accionar, representa una palanca de freno a cualquier intento de reforma democrática de las fuerzas militares, cuenta con mucho apoyo interno por parte de la oficialidad de mandos medios formada en la matriz de la seguridad democrática, lucha frontal contra la amenaza civil guerrillera y fuertemente penetrada por la corrupción de las economías ilícitas como el narcotráfico, la minería y el despojo y testaferrato de tierras.
9. Esto coincide con la cuestionada estrategia de las fuerzas militares para combatir a los Grupos Armados Organizados (GOAL) que invocando los límites establecidos por el Derecho Internacional Humanitario, sobre el uso de la fuerza en contra de estructuras criminales, ha determinado excluir al ejército Colombiano y su tecnología de guerra, de la lucha contra los grupos sucesores del paramilitarismo entregándole esa responsabilidad a la policía nacional. Lo que deja al ejército a salvo de contradicciones y disputas con las estructuras paramilitares en los territorios y conecta la hipótesis que las Águilas Negras como estructura armada ordenadora del método paramilitar, tiene vínculos con miembros del ejército nacional.
Julio Cesar Arenas
Directivo Fundación Juan David Pineda Cardona
Investigador del Conflicto Armado
[1] Ver artículo de la fundación Ideas para la Paz, publicado en el mes de marzo de 2017