En
las comunidades indígenas de Colombia también hay división de clases,
ello se evidencia en la historia personal de dos indígenas cuyo presente
está determinado por su condición de clase y en el que se refleja la
impunidad y la riqueza de un lado y la injustica y la pobreza del otro.
Asi por ejemplo Pedro Pestana líder indígena de la comunidad Zenu de San Andres de Sotavento en Córdoba (hermano de la recién electa senadora por el partido conservador, Jamina Pestana) es un indígena poderoso y millonario, gracias a la alianza que pacto a partir del año 2002 con sectores del paramilitarismo y el narcotráfico en la zona norte del departamento de Córdoba, concretamente con el Bloque Elmer Cardenas de la Autodefensas Unidas de Colombia comandadas por alias “el alemán”.
Su Poder económico le permitió a Pedro Pestana, una vez fue condenado por el delito de “concierto para delinquir y asociación con grupos paramilitares” en el año 2006, contratar un prestigioso buffet de abogados para hacer lobby en Bogotá ante la corte constitucional y lograr que se le permitiera cumplir toda su condena en un centro de reclusión especial ubicado en el resguardo indígena de San Andres de Sotavento y vigilado por la guardia indígena de esa comunidad. El día de ayer 26 de Marzo de 2014 Pestana salió en libertad después de cumplir cómodamente su pena en la cárcel indígena que el mando acondicionar para su confort dentro del territorio indígena de San Andres de Sotavento.
Mientras tanto a muchos kilómetros de allí, en la cárcel la 40 de la ciudad de Pereira, Jair Arce Guasorno un humilde docente indígena Embera Chami, cumple condena de 8 años por un delito que no cometió, todo porque la fiscalía se empeño en acusarlo con base en falsos testimonios de testigos utilizados por el Gaula de la Policía para realizar montajes judiciales en el municipio de Pueblo Rico Risaralda. Jair Arce es maestro de primaria en su vereda, su familia es tan pobre como él, el abogado de su caso es un profesional del derecho que mal vive con los pocos honorarios que recibe de sus miserables clientes, entre los que Jair es un “caso más”; mientras el tiempo pasa cumple su condena en una prisión en la que el hacinamiento es espantoso, la cárcel la 40 de Pereira fue construida para 600 presos, hoy tiene más de 1600 prisioneros, las ONGs defensoras de presos han solicitado a los jueces de ejecución de penas y medidas y al INPEC que le otorgue la detención domiciliaria a Jair Arce o le permita pagar su condena en un centro de reclusión dentro del territorio de la comunidad Embera Chami de Risaralda; todas estas peticiones han sido negadas por el juzgado de ejecución de penas y por la dirección regional del Inpec Viejo Caldas argumentando que su delito “rebelión simple” no puede recibir estos beneficios.
El indígena Jair Arce Guasorno no tiene dinero para apelar su caso ante los tribunales, su abogado va a renunciar a su defensa porque no hay como pagarle, su familia o su comunidad no tienen dinero para pagar costosos abogados que hagan lobby en Bogotá ante la corte constitucional, Jair se va podrir en la cárcel la 40, junto con otros indígenas en igual situación, hasta que cumpla toda su pena. Irónicamente, en la otra cara de la moneda de esta historia, Pedro Pestana el deshonesto pero acaudalado indígena de Córdoba hoy es libre y muy seguramente estará cenando manjares junto a su hermana “la senadora” Jamina Pestana en una lujosa vivienda del municipio de San Andres de Sotavento.
Julio Cesar Arenas.
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