Por: Atilio Borón
Emocionante encuentro
internacional de las organizaciones populares que en todo el mundo luchan por
la libertad de los tres combatientes antiterroristas que todavía permanecen
presos en las cárceles de máxima seguridad del imperio. Dos de ellos: Fernando
González y René González salieron en libertad después de cumplir íntegramente
sus condenas. Los tres restantes enfrentan todavía largos años de prisión:
Ramón Labañino cumple una condena de 30 años; Antonio Guerrero, 21 años y,
además, 20 meses; y Gerardo Hernández, dos prisiones perpetuas y 15 años
adicionales.
El juicio fue una farsa pocas
veces vista en la historia judicial norteamericana, y el propio ex presidente
James Carter dijo que la detención de estos luchadores antiterroristas cubanos
no tenía ningún sentido. Carter aludía al sinfín de irregularidades que
caracterizaron el juicio contra “Los 5”. Por ejemplo, los cargos que se
imputaban a los héroes cubanos jamás fueron comprobados y, por el contrario, se
pudo constatar que Washington le pagó a un conjunto de periodistas para que
crearan -en la ciudad de Miami donde insólitamente serían juzgados- un clima de
opinión desfavorable para los acusados a los efectos de influenciar al jurado.
Este, para colmo, estaba conformado por ocho conspicuos anticastristas y un
venezolano abiertamente antichavista. Con esa composición y con un clima de
opinión manufacturado de esa manera el veredicto estaba cantado de antemano.
Los cubanos, recordemos, se
habían instalado en Miami con el objetivo de recoger informaciones sobre los
planes de las organizaciones terroristas que acosaban sin cesar a la Revolución
Cubana. Con la complicidad de las autoridades norteamericanas aquellas bandas
criminales realizaron 127 agresiones en contra de Cuba, con un saldo luctuoso
de 3.478 personas y 2.099 heridos. Una de las operaciones más atroces y
aberrantes fue la voladura en pleno vuelo del avión de Cubana, caído en las
cercanías de Barbados, en el Mar Caribe, respondiendo a un plan urdido entre
otros por Luis Posada Carriles, que hasta el día de hoy disfruta en Miami de la
impunidad que le otorga el gobierno de Estados Unidos. En su alocución final
Fernando González, quien presidió las deliberaciones, habló de la escandalosa
demora incurrida por la jueza que lleva el recurso de Habeas Corpus presentada
por los abogados de “Los 5” y que durante cuatro años se limitó a “cajonear” el
expediente, perpetuando hasta el día de hoy la injusticia cometida contra los
luchadores antiterroristas cubanos.
De los cinco continentes se
elevan voces exigiendo la libertad de “Los 5”. Ramón, Antonio y Gerardo deben
ser liberados ya porque, al igual que Fernando y René, son inocentes. Barack
Obama, insólito Premio Nobel de la Paz 2009, debería honrar ese galardón y
decretar el indulto sin más dilaciones. Referentes morales y organismos de
derechos humanos de todo el mundo así lo han exigido. Constituye una patológica
perversión que la Casa Blanca haya declarado una guerra contra los terroristas
del Estado Islámico y mantenga en prisión a quienes, como “Los 5”, lucharon
contra el terrorismo poniendo en riesgo sus vidas y sus libertades. Varios
presidentes latinoamericanos se manifestaron ante Obama reclamando la libertad
de los tres que aún permanecen en las cárceles norteamericanas: Rafael Correa,
Nicolás Maduro, Evo Morales, Pepe Mujica y Daniel Ortega. Obama puede hacerlo;
el presidente goza de esa atribución en Estados Unidos y, de hecho, tanto él
como sus predecesores la han ejercido ampliamente. Bill Clinton perdonó o
conmutó las condenas que pesaban sobre 459 personas; George W. Bush hizo lo
propio con otras doscientos, y Obama en su primer término lo hizo con 61. Entre
los beneficiados por estos más de setecientos indultos se encuentran ladrones,
traficantes de drogas y toda clase de delincuentes. La pasividad de Obama ante
la flagrante injusticia cometida contra la inexpugnable inocencia de “Los 5” es
incalificable y merece el repudio de la conciencia civilizada de nuestro
tiempo. Si no lo hace descenderá a la historia sumido en la ignominia.
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